jueves, 24 de mayo de 2012

QUE DIOS SALVE LA CORDURA

Le pido al altísimo que nos ilumine para que al momento de tener que tomar una decisión, ésta, esté acompañada de los más preclaros y prístinos valores éticos, morales y jurídicos; no me acerco a la tribuna forense, en búsqueda de un triunfo o de una derrota. Acudo a el, en aras de hallar la verdad material; aquella que nos impida, por el prejuicio o el simple amargor, de un hecho execrable que pudo haber sido cuando nunca lo fue, acometer por el camino equivocado de amargura y llanto. No siempre la victima, es victima; como tampoco, es victimario, a quien a prima facie, se le imputa la comisión de un hecho delictivo, que antes que a la razón, llega al corazón sin permitir el análisis serio y ponderado que nos impida errar y con ello, más que errar pecar. ¡Que Dios salve la cordura¡ (Iván Darío Botero Rodríguez, septiembre 10 de 2004)

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